Existe la idea de que la energía hidráulica es la mas limpia y sostenible de todas las formas convencionales de producción de energía. Eso, sencillamente, no es verdad.
Las hidroeléctricas-en especial, aquellas de cierre o embalse, en las que se represa una gran cantidad de aguas rio arriba de las turbinas- tienen un impacto enorme sobre los ríos en que se asientan, las tierras circundantes, las poblaciones desplazadas, y contribuyen incluso, con el cambio clímatico global.
Empezamos por la inundación de tierras y el desplazamiento de poblaciones. De acuerdo con la Comisión Mundial de Presas, entre 40 y 80 millones de personas han sido desplazadas en todo el mundo para dar espacio a las represas. En Brasil ya se ha formado un movimiento social de desplazados por las grandes represas. En el caso del Perú todavía no se ha calculado cuántas personas serían desplazadas por las 15 represas que el gobierno tiene en su portafolio de proyectos de la selva, pero el estimado preliminar del área inundable para todas en conjunto es de más de 390 mil héctareas. Solo en la represa de Paquitzapango, se estima que se inundarián tierras de 18 comunidades ashánikas y 33 asentamientos humanos.
Pero mientras que el impacto del área inundada es focalizado, el impacto sobre la ecología del río se puede sentir hasta su desembocadura. Las represas estabilizan artificialmente los ríos y alteran drásticamente sus rítmos estacionales, los mismo que han orquestado los procesos naturales y ciclos vitales de los ecosistemas acuáticos y terrestres adyacentes por milenios. En los ecosistemas megadiversos de la Amazonía, tales impactos se multiplican.
Finalmente, la energía que proveen las represas ni siquiera es limpia desde el punto de vista del calentamiento global “las emisiones de gases de gases efecto invernadero (GEI) representan un impacto adicional significativo de muchas represas, especialmente en los trópicos” , sostiene Philip Fearnside, el segundo centífico más citado en la literatura sobre cambio climático.
¿Tiene sentido, entonces, que el Perú se embarque en la construcción de todo un paquete de represas en la selva alta sin siquiera haber tenido un debate público al respecto? ¿Más aún cuando la demanda insatisfecha previsible hasta el 2018 podria ser satisfecha con una sola de todas esas represas, para no hablar de otras formas de energía? ¿Y todo para satisfacer las necesidades energéticas de Brasil? Una vez más, la pregunta clave en todo este esfuerzo por “desarollar” al país es ¿a quién se quiere beneficiar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario